viernes, 22 de junio de 2012

La soga del ahorcado

No es lo mismo vencer que convencer. Ni prohibir que educar. No es lo mismo, no...
Con las prohibiciones vencimos: elaboramos normas, cambiamos afición por obligación, rodeamos el campamento con una soga para proteger el rigor historico y dijimos:
"El evento salió bien".
Pero yo me pregunto si la soga no nos la estamos poniendo al cuello.

Recuerdo mis primeros mercadillos medievales en El Álamo, Iscar, Las Rozas... ¡Feliz inocencia! Me encantaban esos deslumbrantes brazales de aluminio y mi espada de El Señor de los Anillos. Pronto el interés por la esgrima me llevó a buscar una protección eficaz y de manos de un compañero aprendí que lo más eficaz es lo historico, porque ya esta probado.
Agradezco a quienes me acompañaron en esos primeros pasos que no me impusieran nada, que me enseñaran con ejemplos y despertasen mis ganas de querer hacerlo bien. Y así, poco a poco, me fui enganchando.
De aquello hace ya más tiempo de lo que creía ¡cómo pasan los años! Así es como he acabado todo el dia leyendo pdfs, revisando miniaturas y refunfuñando con cada estreno de Hollywood.

Ahora soy yo el que inicia a otros y me encuentro con mayores dificultades que mis predecesores.
Entiendo que el novato medio viene de serie con espada y casco, mientras que las calzas y la crespina hay que ir metiéndoselas poco a poco y con vaselina. Muy apropiado el refrán, de origen árabe creo,

"Más vale una cucharada de miel que un cubo de mierda".

El trabajo extra al que me refería es suavizar la mala impresión que inevitablemente causan las palabras "Norma", "Obligatorio" y "Prohibido", aunque se escriban con la mejor de las intenciones. Entiendo que los veteranos quieran proteger su esfuerzo y dedicación con reglas y cuerdas sin embargo, viendo las preocupaciónes de mis nuevos compañeros, me viene a la memoria aquellas ferias del año 2000
donde todo valía y me pregunto cuánto dinero habré gastado a lo largo de estos años.

Pero más aún que quienes se están iniciando me preocupan todas las bellas personas, buenos amigos y mejores compañeros que no llegaremos a conocer por dejarles al otro lado de la soga.

R.